Los últimos aerófonos lo forman los instrumentos de boquilla. De entre todos ellos, destaca el sálpinx (σάλπιγξ), trompa recta que podía ser de bronce, mafil, o hierro, principalmente. Estaba constituido por un largo tubo rigurosamente cilíndrico, dividido en secciones unidas por anillos metálicos, que terminaba en forma abierta de campana (kódon -Κώδων). La boquilla (glotta ostíne γλῶττα ὄστινη) formaba una pieza única con el tubo y era originalmente de bronce, aunque más tarde se realizase en marfil o materia córnea. Su finalidad respondía a ocasiones de índole militar o civil (tocado por heraldos en las guerras, en los juegos y en ciertas ceremonias religiosas y políticas). En su ejecución se empleaba la phorbeiá (φορβειά) y su timbre debía de ser áspero y estridente.
Otro de los instrumentos de boquilla era el keras (κέρας) , mucho menos difundido, el cual se corresponde con un cuerno bastante primitivo. Si bien en su origen se obtuvo directamente de cuernos de buey; más tarde fue de bronce o de algún otro metal, aunque a veces podía ir recubierto de un cuerno auténtico. El tubo tenía una forma semicircular sin una campana claramente diferenciada, su diámetro, más bien pequeño, crecía gradualmente dando lugar a un cono alargado. Su sonido sería más dulce y opaco que el del sálpinx (σάλπιγξ) y su registro más agudo.
Por último, podríamos incluir en esta familia de instrumentos de boquilla el kóchlos (κόχλος), instrumento hecho con una caracola que a menudo se representaba en manos de los tritones que imitaban los sonidos de los delfines y otros animales marinos.
Museo arqueológico de Atenas |
Ideófonos y membranófonos. Los instrumentos de percusión
Los instrumentos de percusión, a pesar de su gran difusión por todo el territorio, nunca gozaron de gran importancia. El único de todos ellos que puede considerarse membranófono es el týmpanon (τύμπανον), construido con una membrana como cuerpo vibrante.
Se trataba de un tambor con un diámetro de medio metro aproximadamente, sin cascabeles ni ningún otro accesorio y con dos pieles muy cerca la una de la otra. Este instrumento, de posible origen mesopotámico, se tocaba sujetándolo con la mano izquierda manteniendo las pieles en posición vertical al tiempo que la mano derecha lo percutía. Era utilizado en los cultos orgiásticos de Dionisos y Cibeles y su uso estaba reservado casi de forma exclusiva a las mujeres, de forma que permaneció
ignorado en el ambiente militar.
Más importantes fueron, por su parte, instrumentos del grupo de los idiófonos, como los llamados krótala ( κρόταλα), especie de castañuelas, procedentes de Egipto, cuyo tamaño podía variar ente 10 y 30 centímetros. Se sujetaban con una sola mano y son muchas las veces que aparecen representadas en manos de bailarinas, pues eran parte esencial de su equipo profesional, por lo que no solo fueron utilizados en ámbitos dionisíacos, sino en todo tipo de danzas.
Un extraño instrumento surge de la aplicación de los krótala al calzado, el kroúpalon o kroupézion (κρουπέζιον) (scabellum en época romana), del que se servían bailarinas, cantantes y coreutas para marcar el pulso de la música. Tuvo gran difusión en el teatro. No se conoce nada parecido en otras culturas de la Antigüedad, por lo que se cree que este instrumento responde a la necesidad de disponer de un instrumento que marcara los tiempos fuertes (théseis), ya que la lengua griega, al no poseer acento intensivo, no podía ofrecer ninguna indicación coral en este sentido.
Los kýmbala (κύμβαλα), por su parte, eran unos pequeños platos metálicos utilizados a pares y percutidos el uno contra el otro con las manos. Muy común entre los hititas y los asirios, fueron empleado en el culto a Dionisos y a la Gran Madre de los Dioses.
Sistro, museo de Queronea, Grecia |
De la misa forma, cuando se difundió el culto a Isis en época helenística empezaron a utilizarse distintos tipos de sistros (σεῖστρον), algunos capaces incluso de producir los diferentes sonidos de la escala.
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