Uf, miro la última entrada y es de hace casi un año. No me extraña. Este curso que acaba (sí, porque aún queda convocatoria de septiembre, aunque por poco tiempo) no he ejercido como profesora de clásicas, y eso pasa factura. He refrescado lo que sabía de literatura del XIX y XX y no creo haber hecho un buen trabajo en su conjunto. Ha sido un curso desagradable, en parte por culpa mía, pero también por las condiciones.
Pero en el curso académico que está a punto de empezar volveré a mi identidad clásica y al centro en el que nació este blog, el IES Dionisio Aguado de Fuenlabrada. Recuerdo con mucho cariño a los alumnos de aquel año en que yo empezaba a hacer cosas para mí inusitadas, en ese camino eterno de mejorar la práctica docente en el que cada año encuentro cosas nuevas y que a duras penas consigo cambiar.
En este curso no me olvidé del mundo clásico, lo que pasa es que no estaba de humor para contarlo. En diciembre una visita rápida a ver el famoso arco de Cáparra, que aún no conocía.
En Semana Santa por fin pude visitar el yacimiento de Akrotiri en Santorini (Grecia). La foto no le hace justicia.
Paseé por las calles de Atenas después de siete años de ausencia y me reencontré con amigos queridos.
Y este verano ha sido de mucho mundo clásico: Londres (en donde ya había estado a mediados del siglo pasado) y Bath. En Londres el museo de la ciudad es muy recomendable. Las reconstrucciones que hacen son enormemente didácticas. Además con la ventaja de que no hay el gentío del Museo Británico.
En este último tuve una experiencia única, desalojo porque sonaron las sirenas de incendio. Una vez pasado el susto volví para quedarme pasmada una vez más con la sala de Elgin.
Y sorprenderme con cosas que no recordaba haber visto en una visita anterior como esta inscripción en osco.
Para rematar, una visita a Bath, que hacía tiempo que deseaba y por fin se hizo realidad.
Esto es para ir calentado motores. Ya seguiré contando
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