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domingo, 3 de abril de 2011

La mujer en la Antigua Grecia (1)


El primer documento que describe con detalle las condiciones de vida de la mujer griega son los poemas homéricos. Parece que la mujer homérica habría sido respetada y libre. La primera característica sobre la que se para constantemente Homero, cuando presenta a un personaje femenino, es la belleza, que la hace semejante a una diosa. Y por encima de todo debía obedecer. El héroe homérico desconfía de la mujer, incluso de la más devota y sometida, ni siquiera Penélope queda libre de sospecha. La sanción que castigaba a la esposa infiel, era el repudio, acompañado de la restitución al marido de los “eedna”, es decir, los bienes que en el momento del matrimonio había pagado al que tuviera la potestad sobre la esposa.
La mujer homérica debía tolerar que el marido tuviese una concubina y mantuviese relaciones con las esclavas. El concubinato era un vínculo reconocido pero había una jerarquía entre la esposa y la concubina, sólo la esposa aparecía en la vida social.
Imagen sacada de http://www.fotolog.com/tuslibros/42023783

En el s. VIII a. C. la reforma de Dracón impide el tomarse la ley por su mano, salvo en los casos de adulterio. La μοιχεία o relación sexual extramatrimonial era un delito de tal gravedad que quedaba excluido del campo de aplicación de los nuevos principios. Se podía castigar al hombre con la muerte, pero no así a la mujer. La mujer que traicionaba a su marido era considerada seducida, más bien que adúltera. 

En la Atenas clásica las esposas de los ciudadanos no tienen ningún derecho político ni jurídico, al igual que los esclavos. La ateniense casada, aunque permanece confinada en su hogar, al menos lo gobierna con autoridad, mientras su dueño no ponga objeciones. Es impensable que la joven pueda reunirse libremente con jóvenes varones, pues permanecen recluidas en las habitaciones reservadas a las mujeres, el gineceo. Podían salir de casa con motivo de las fiestas religiosas, de las que formaban parte las representaciones teatrales. Sólo las mujeres más pobres trabajaban fuera de casa. Las mujeres acomodadas y respetables permanecían en sus casas.

En la Política aristotélica (I, 2) las relaciones entre hombre y mujer se sitúan entre las que existen entre los que mandan y los que obedecen, como las de los libres con los esclavos, aunque mujer y esclavo no sean iguales por naturaleza, aclara. La entrada de la mujer en el “oikos” del marido ha sido comparada a un rito de integración similar al de los esclavos. La ciudadanía antigua era un concepto excluyente que dejaba fuera a los esclavos y a las mujeres, en la realidad, por más que jurídicamente las cosas fueran de otra manera. Estas son ciudadanas pero no participan en la ciudadanía activa en el plano político.


1 comentario:

  1. Es chocante que Platón considerase que las mujeres no eran inferiores a los hombres y Aristóteles diese un retroceso tan grande con esos razonamientos. Pero sí, tras leer Lisístrata, queda bien claro que a la gente le parecía ridículo que una mujer pudiera llevar la voz cantante, por lo que Aristófanes tuvo que cargar con la derrota que en nuestra época brillaría por su originalidad, o al menos, por su punto de vista. Creo que era una de esas almas que se adelantan a su tiempo y sufren mucho por ello.

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